27 de marzo Día Mundial del Teatro
Nelly Beatriz Tamer [1]
“El poder esencial del teatro es dejar de lado todo lo que separa a los hombres: diferencias de raza, de educación religiosa o política, de lenguaje. En cambio, pone en relieve lo que los hombres tienen en común: la risa y las lágrimas, la alegría y la tristeza, la felicidad y la angustia, es decir, lo que es dominio del corazón…”
Jean Louis Barrault.
En 1961, el Instituto Internacional del Teatro (ITI), organismo incorporado a la UNESCO, consideró que dada la importancia del teatro, texto literario y, a la vez espectáculo, había que dedicarle un día en particular. Así fue como se estableció el 27 de marzo para destacar el arte más antiguo de la humanidad.
Desde 1962, cada año, la UNESCO invita a una prestigiosa figura de talla mundial para compartir un mensaje sobre el arte, el teatro y la cultura, que se lee en todas las salas del mundo y se traduce a veinte idiomas.
En más de cien países, el 27 de marzo es un día de celebración. En muchos teatros del mundo se prepara un programa especial para el público. Éste tiene la posibilidad de asistir a un recorrido por los bastidores del recinto y mirar cómo se pone en escena una obra. De este modo los espectadores toman contacto con la realidad que luego se transforma en ficción.
Y en el ancestral convivio … nació el teatro.
El Día Mundial del Teatro nos mueve a reflexionar acerca de este arte que nace en los albores de la humanidad cuando el hombre siente la necesidad de comunicarse y recurre a todo su ser: a sus pies, a sus manos, a la expresión de su rostro, a su voz a través de las modulaciones de timbre y volumen, pues no había adquirido aún el lenguaje estructurado.
A ese hombre lo rodeaba una Naturaleza mágicamente dadivosa, a veces, y otras, furiosa y hostil. Frente a ella se sintió muy pequeño y consideró a sus elementos como seres superiores. Entonces su comunicación tuvo un objetivo: suplicarles benevolencia, pedirles favores, darles gracias. Y para hacer más eficaces estas preces, los hombres se reunieron en clan o comunidad.
En las distintas partes del mundo, las celebraciones tuvieron un origen similar: el culto a los dioses con formas de representación que, partiendo de la danza y del rito, adquirieron distintas fisonomías según la particular idiosincrasia de cada pueblo. Todas surgen de un esquema parecido: espacio sagrado, templo o altar y primitivos actores danzantes que giran a su alrededor.
Más tarde, el hombre conoció el fuego y en torno de las fogatas de la tribu se fueron componiendo las primeras escenas del teatro universal.
Así, el punto de partida del teatro es la institución ancestral del convivio: la reunión, el encuentro de un grupo de hombres y mujeres en un centro territorial, en un punto del espacio y del tiempo, es decir, según expresión de Florence Dupont la base de la cultura viviente del mundo antiguo.
Augusto Boal, dramaturgo y director de teatro brasileño sostiene: “…Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el escenario, lo hacemos siempre en nuestra vida ¡nosotros somos teatro!”. Esta conjunción entre ficción y realidad permite que el teatro dialogue con la sociedad, abra el debate, conmueva, perturbe y se instale desde diferentes miradas y espacios.
En los tiempos que corren, cuando el ser humano se encuentra cada vez más alejado de sí mismo por las mediaciones ideológicas, tecnológicas, económicas, culturales de los procesos de globalización, el teatro nos recuerda una y otra vez quiénes somos realmente y nos ayuda a recuperar esa capacidad de juego tan olvidada, juego mágico que nos permite una comunicación en la que cada uno da y recibe algo que lo transforme.
Esta fecha es propicia para tomar conciencia de la importancia del teatro no solo en el sentido histórico y social sino también en el ámbito de la formación de la cultura y de las personas. De ahí su valor educativo y la necesidad de resignificarlo en los medios académicos, en las instituciones educativas y en las prácticas sociales.
En el transcurso de los tiempos, el teatro sufrió embates y, aunque a veces atentaron contra él, no lograron eliminarlo. Desde las cenizas, cada vez se levanta con nuevos bríos y enfrenta a todo y a todos. El Covid 19 y sus consecuencias también lo afectó.
Desde marzo de 2020, la pandemia transformó nuestra realidad cotidiana en todos y en cada uno de sus aspectos y manifestaciones. A partir de entonces no hubo convivio, encuentros presenciales y las prácticas artísticas en su diversidad sufrieron cambios a los que en la mayoría de los casos tanto los jóvenes como los mayores se resistieron a aceptar en un comienzo. Y el convivio teatral se transformó en tecnovivio, una nueva forma de hacer teatro. La creatividad, el ingenio y el talento de dramaturgos, directores, actores y técnicos lo hizo sobrevivir a través de internet y estrategias digitales.
A fines de 2021 y en 2022 volvió el teatro de puertas abiertas, con ciertos protocolos que permitieron habilitar, asimismo, espacios no convencionales para convocar al encuentro y disfrute de espectáculos teatrales no solo en Buenos Aires y centros turísticos del país sino también en Santiago del Estero, capital e interior, al igual que en otras provincias.
Mensaje para 2023
Cabe destacar que este año, Samiha Ayoub, actriz egipcia de teatro, cine y televisión, nacida en El Cairo, ha sido elegida para emitir el mensaje de apertura de los actos programados. Entre sus importantes conceptos destacamos: “…Nuestro mundo nunca ha estado tan estrechamente conectado entre sí como lo está hoy, pero al mismo tiempo nunca ha estado más disonante y más alejado el uno del otro que hoy. He ahí la dramática paradoja que nos impone nuestro mundo contemporáneo. A pesar de lo que todos estamos presenciando en cuanto a la convergencia en la circulación de noticias y comunicaciones modernas que rompió todas las barreras de las fronteras geográficas, los conflictos y tensiones que vive el mundo rebasaron los límites de la percepción lógica y crearon, en medio de esta aparente convergencia, una divergencia fundamental que nos aleja de la verdadera esencia de la humanidad en su forma más simple. El teatro en su esencia original es un acto puramente humano basado en la verdadera esencia de la humanidad, que es la vida. … Cuando subimos al escenario, lo subimos con una sola vida dentro de nosotros para un ser humano, pero esta vida tiene una gran capacidad de dividirse y reproducirse para convertirse en muchas vidas que transmitimos en éste”.
Actualmente vemos con agrado y satisfacción que el teatro está recobrando su fuerza enriquecida con una nueva manera de ver el mundo. Ante ello, nuestro compromiso actual, el de quienes trabajamos por difundir este arte pluridisciplinario en nuestros territorios, es generar propuestas escénicas que incluyan a las diversas singularidades de potenciales espectadores, sujetos imprescindibles para la comunicación teatral.
[1] Investigadora, dramaturga, docente y directora teatral.
Coordinadora del Area Socio-Cultural del PEAM-UNSE