DIARIO DE MAYO
Camino a la Revolución de 1810
Queremos que el conocimiento que se produce en nuestra Universidad, no se quede en las aulas ni en los laboratorios. Queremos que llegue lejos, que trascienda, que nos brinde una mejor calidad de vida, que nos ayude a pensar, a reflexionar y cuestionar.
“El estudio del pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en el presente y porvenir”, dijo Manuel Belgrano, y es por ello, que nos propusimos realizar un recorrido histórico, que parte desde mayo de 1810, y nos acerca el pensamiento, anécdotas y la acción de los líderes revolucionarios de nuestra patria, para que las nuevas generaciones reconozcan en el pasado, las propuestas superadoras para crecer como Nación.
Este desafío estará en manos de un equipo de historiadoras formadas en la Facultad de Humanidades, Cs. Sociales y Salud - UNSE: Alba Gallo, Evangelina Isac, Maria Olivera, Marcia Noellia Pompolo, y Eugenia Hernandez Reimundi.
Compartiremos, un Diario de Mayo, en el cual nuestras egresadas contarán día a día, cuáles fueron los acontecimientos históricos más importantes y qué pasaba en Santiago del Estero.
Pero también mostrarán que las diferencias de género definieron las condiciones y las oportunidades de todos los integrantes de la sociedad. La situación de las mujeres era muy difícil y el género masculino se formó como dominante en distintas instancias de la vida social.
¡Otoño de Libertad y Patria!
La semana de mayo comenzó ayer, que por aquel entonces fue un viernes 18 de mayo, cuando el poder central de España se desmoronaba, ya que el movimiento juntista que sostenía como Rey a Fernando VII fracasara, y produjera que la Junta central de Sevilla se disuelva y se conforme el Consejo de Regencia.
Pero mientras los realistas estaban dispuestos a someterse a su autoridad, los criollos lo rechazaron argumentando que no representaba el poder del pueblo y no había sido nombrado por ellos como rey. Y con todos los ánimos a flor de piel y sin dormir, continuó el sábado 19, cuando por la mañana Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto y, por su parte, Juan José Castelli hizo el mismo pedido ante el síndico Leiva, cambiando así la historia de nuestro país.
La idea consistía en destituir al Virrey Cisneros. De esta manera Moreno, Belgrano y Castelli, sostenían que si el Rey estaba prisionero, la soberanía debería volver a manos del pueblo.
Es menester aclarar que Cisneros era muy impopular, ya que había participado en la sangrienta represión de las sublevaciones del Alto Perú el año anterior, y si permanecía en el poder, podía desarticular el movimiento independentista.
Por lo tanto era necesario y primordial desplazarlo. La suerte estaba echada…la formación del cabildo era inminente…
Texto elaborado por el Equipo Historia UNSE integrado por la Lic. en Historia Alba Gallo, y las profesoras de Historia y tesistas Evangelina Isac, María Olivera, Marcia Pompolo, y Eugenia Hernández Reimundi. Facultad de Humanidades, Cs. Sociales y Salud - UNSE #48AñosUnse #OrgulloUnse #CaminoALaRevolución
Las contradicciones de las galeras indomables.
Si bien la suerte estaba echada, y la formación del cabildo era inminente, el domingo 20 de mayo de 1810, la ciudad de Buenos Aires se despertó decorada por una proclama del Virrey, en el quizás último intento de convencer al pueblo que lo que acontecía en España, no significaba nada.
Sin embargo, el primero que no se convenció fue el mismo Virrey, que se atrevió en una tarde noche de Domingo, a citar a los jefes militares, para pedir ayuda, ante una posible rebelión. Pero el Jefe de Patricios, le recordó que la Junta que lo había nombrado ya no existía, dejando en claro así, que la continuidad no era opción.
Por la noche Castelli y Martín Rodríguez se hicieron presentes en el fuerte.
- Castelli le dijo: “Excelentísimo tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, a intimar al Virrey la cesación en el mando”.
Cisneros quiso desviar la atención alegando que era un acto de insolencia, con un discurso improvisado, pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir.
El fiscal Caspe, consiente de la situación, llevó al virrey a otra habitación unos minutos, al regresar Cisneros le contestó: “Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”.
Los hombres se retiraron. Fueron directo a compartir esas palabras en el “Café de los Catalanes y en “La Fonda de las Naciones”, ante todos los criollos que, al escucharlas, se abrazaron y tiraron sus galeras.
Los aires de libertad se hacían cada vez más fuertes.
Antes de hacer oficial la convocatoria al Cabildo Abierto, la intranquilidad del Virrey lo llevó a dialogar nuevamente con los jefes de las milicias. Buscaba la certeza de - aunque sea por la fuerza - frenar el deseo de libertad. Sin embargo, Saavedra fue claro: “No queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses. Hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos…”
Mientras las galeras seguían por los aires, las risas, entre brindis se hacían fuerte; las mujeres, esbozaban sonrisas, se miraban pícaras, pero una mujer en especial, ya estaba alistada, no se conformaba con participar discretamente de los festejos, lavando los vasos, o esperando al marido con la cena lista. María Remedios del Valle, se preparaba para formar parte de las milicias que tendrían que luchar por la independencia.
Ya no había marcha atrás. La revolución por fin había encontrado su momento en el otoño de mayo de 1810.
Texto elaborado por el Equipo Historia UNSE integrado por la Lic. en Historia Alba Gallo, y las profesoras de Historia y tesistas Evangelina Isac, María Olivera, Marcia Pompolo, y Eugenia Hernández Reimundi. Facultad de Humanidades, Cs. Sociales y Salud - UNSE #48AñosUnse #OrgulloUnse #CaminoALaRevolución
La Plaza de la Victoria está tomada
Aquel 21 de mayo de 1810, a las nueve de la mañana, se reunieron en el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad. Pero a los pocos minutos los cabildantes tuvieron que interrumpir sus labores. La Plaza quedó ocupada por una multitud de hombres armados. El grupo de revolucionarios estaba encabezado por Domingo French y Antonio Luis Beruti, bajo el nombre de la “Legión Infernal” y pedían fervientemente se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto.
Los cabildantes accedieron al pedido de la multitud, el síndico Leiva salió al balcón y anunció formalmente el ansiado Cabildo Abierto para el día siguiente, pero los “infernales” no se calmaban y peticionaban vehementemente que el virrey sea suspendido.
Ante estos acontecimientos intervino el Jefe del Regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra, quien logró tranquilizar la situación y garantizó el apoyo militar a sus reclamos.
Este escenario de tensiones históricas dentro del virreinato del Río de la Plata, tenía como protagonistas a Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra, Martín Rodríguez, hombres de ideas, convicciones y sobre todo dispuestos a materializarlas. Tal es así, que finalmente, el Cabildo curso la invitación, entre ellos estarían comerciantes, vecinos, hacendados, empleados, funcionarios, jefes y oficiales de mar y tierra, profesionales liberales, clérigos y frailes.
Un dato curioso a tener en cuenta, si bien los cabildantes, minuciosamente elaboraron la lista de invitados, no contaban con la astucia de los “chisperos”, que usaron otros recursos para neutralizar la acción de los partidarios del rey.
La Imprenta de los Niños Expósitos, donde se imprimieron las tarjetas que acreditaban a los vecinos convocados, estaba a cargo de Agustín Donado, uno de los partidarios de French y Beruti, al parecer don Agustín imprimió unas cuantas tarjetas de más y las repartió entre sus compañeros, que reemplazaron a varios realistas, que no pudieron ingresar. Tenacidad y poder de acción caracterizaron ese lunes 21 de mayo.
¡La revolución había comenzado y el cabildo abierto era un hecho!
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¡Las Cartas sobre la Mesa!
Y llego el día del ¡Cabildo Abierto!, y aunque las damas de la época no fueron invitadas, adentro de sus casas, las patriotas empujaban las decisiones de sus maridos; tal es así que en la madrugada del pasado 18, el living de la casa de Casilda Igarzábal de Rodríguez Peña fue la “cocina” de la estrategia que se presentaría para este día.
Aquella mañana del martes 22 de mayo tuvo 450 invitados pero sólo pudieron llegar 251.Abre la sesión el escribano del Cabildo, Justo José Núñez” y entonces comienza un debate que por momentos fue desordenado y tumultuoso.
Empezaron los discursos sobre si el virrey debía seguir en su cargo o no. El representante de los españoles, defensor del statu quo, el obispo Lué y Riega, dijo que mientras hubiera un español en América, los americanos le deberían obediencia. A lo que Juan José Castelli, el orador designado por los revolucionarios, postula la reversión de la soberanía al pueblo invocando el mismo principio usado por las provincias españolas ante la invasión de Napoleón. Tras el discurso de Castelli, replica el obispo y el fiscal Villota; quien pone el dedo en la llaga afirmando que Bs. As. no tiene por sí solo derecho a decidir sobre la legitimidad del Gobierno sino en unión y en conjunto con el interior. Esto desconcierta a Castelli, sin embargo, aparece entonces la mente lógica de Juan José Paso. Su contrarréplica pone punto final a la resistencia española, ya que fundamenta el derecho de Buenos Aires a instaurar un rápido gobierno provisional debido a los peligros que la amenazaban.
La votación: terminado el debate, se procede a votar. La barra patriota se escandaliza por cada voto: con vivas si son contrarios al virrey, con desafueros si son favorables a Cisneros. “Continúa la votación con todo este desorden”, se quejaría más tarde en su informe el ex virrey Cisneros. Se votó, pero el conteo se realizará al día siguiente, pues la extensa jornada ya pasaba la medianoche aunque el inicio de la revolución había comenzado y ya no había vuelta atrás.
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23 de Mayo: ¡Libertad o muerte!
En la mañana del 23 se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos en el escrutinio del día anterior, el cual arrojó las siguientes cifras: 155 votos por la destitución del Virrey y 69 por su continuación en el mando. Una vez finalizado el recuento se procedió a la elaboración de un documento: “hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo (…) hasta la elección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente…”
Sin embargo, ese mismo día el Cabildo dio un golpe contrarrevolucionario nombrando una junta presidida por al virrey destituido, señalando que tenía facultades para ello en virtud del Congreso General del día anterior. Era evidente que se procedió a un falseamiento de los votos burlando la voluntad popular lo cual generó la furia de las milicias y del pueblo, esto resultó inaceptable para los partidarios de la revolución pues el espíritu de transformación estaba instalada y nada la iba a detener.
Estos aires emancipadores significaron también conflictividad social y racial. La revolución de mayo tuvo retos cada vez más fuertes: el debilitamiento de la esclavitud era fundamental. Los desafíos de romper con las cadenas que oprimían al pueblo estaba siendo un hecho. Un nuevo camino se abría y la decisión de obtener a sangre y fuego la libertad no iba a dar tregua.
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La hoguera criolla
El clima cada día se tornaba más difícil, ese jueves 24, por la mañana se dio a conocer la acción contrarrevolucionaria, que atentaba las solicitudes fervientes de los criollos, que ya no veían como opción la continuidad del Virrey, quien había concretado la creación de una junta presidida nuevamente por Él e integrada por cuatro vocales: Juan Solá y José Inchaurregui, ambos españoles y dos criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, engañando totalmente la voluntad del pueblo.
Nadie celebró esto, era todo una farsa, ¿A qué Rey juramos fidelidad, si estaba prisionero? Las reacciones no se hicieron esperar, primero las milicias y luego el pueblo, por su parte Castelli y Saavedra decidieron renunciar, pero fue Manuel Belgrano quien decidió hacer frente la situación, ya cansado de mentiras y perdiendo la paciencia dijo: “Juro a la patria y a mis compañeros, que, si a las tres de la tarde del día inmediato si el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas.”
Ese mismo día, pero a la noche una comitiva por Castelli y Saavedra fueron a la casa de Cisneros y bajo presión lograron su renuncia. La junta quedó disuelta y se convocó nuevamente a un cabildo para la mañana siguiente.
Las mujeres no estaban ajenas a lo que estaba pasando, siguieron acompañando las largas reuniones de una manera más sosegada pero con el mismo fervor patriótico que se respiraba en el ambiente y se sumaban al descontento de los cuarteles, los pasillos en los conventos y de los comerciantes. Los cabecillas del descontento eran Domingo French, Antonio Beruti y otros jóvenes conocidos como chisperos, integrantes de la llamada Legión Infernal.
Era el momento de lucha, de resistencia, ahora sí, la revolución se hace presente, y con un solo pedido: La Libertad.
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Rotas las Cadenas: los Criollos al Poder
El clima político en aquélla Buenos Aires colonial del viernes 25 de mayo de 1810 había llegado a su punto máximo de ebullición. Frente al Cabildo, en la Plaza de la Victoria (parte de la actual Plaza de Mayo), el pueblo había ido llegando desde temprano para exigir la renuncia definitiva del virrey Cisneros.
Saavedra y Castelli se plegaron al clamor popular y renunciaron. A su vez, los cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey y le aconsejaron a éste imponerse por la fuerza. Para lograrlo consultaron a los jefes militares quienes negaron su apoyo. Mientras en la plaza, pese al frío de la mañana, los ánimos estaban cada vez más caldeados, un grupo de patriotas entró en el Cabildo y argumentaron que la población estaba muy enojada y que había que anular la Junta que se había elegido el pasado 23. La presión popular se hacía sentir, la gente volvió a golpear las puertas del Cabildo. Y esta vez lo hizo con fuertes exigencias y amenazas. Algunos gritaban la célebre frase “el pueblo quiere saber de qué se trata”.
Ante este panorama, el Cabildo cambió su postura y le pidió la renuncia a Cisneros, quien no tuvo más remedio que acceder. Conocida la ansiada noticia, los delegados de los revolucionarios dijeron que no se conformaban con la renuncia de Cisneros, que el pueblo debía asumir el gobierno. Pero los miembros del Cabildo pusieron otra traba y pidieron que esa petición fuera presentada por escrito. En poco tiempo, se estamparon unas 400 firmas. Junto a la firma y aclaración de French y Beruti, cada uno de los firmantes había agregado “por mí y por seiscientos más”.
El síndico procurador Leyva recibió la petición pero puso un nuevo obstáculo. Pidió que el pueblo se reuniera en la plaza para ratificar a los hombres postulados para integrar el nuevo gobierno. Era una jugada astuta. Mucha gente ya se había ido de la plaza debido al mal clima. Así en horas de la tarde, Leyva salió al balcón diciendo: “¿Dónde está el pueblo?”. Beruti le dijo que el pueblo estaba armado en los cuarteles, esperando ir a la plaza si fuese necesario, de esta manera Leyva se vio obligado a ceder. Esta fue la última resistencia del poder real.
Finalmente, Martín Rodríguez leyó desde el balcón los nombres de los nueve hombres que integrarían la Primera Junta del Gobierno Patrio. Lo que parecía increíble, se hizo real, se había formado un gobierno con criollos, la voz del pueblo fue escuchada, sólo restaba ahora el apoyo de las provincias que con sudor o sangre debían unirse. Comenzaba una nueva etapa, un nuevo sentir…Independencia, Federalismo, Autonomías…
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La Soberanía: derechos de los pueblos
En la mañana del 26 están ya impresos los bandos con la noticia de lo ocurrido. La “Junta Provisional Gubernativa de la capital del Río de la Plata”- emitió una proclama que dirigió “a los habitantes de ella, y de las provincias de su superior mando”, los que son llevados por los chasquis a todos los confines del territorio virreinal.
Durante la Revolución de Mayo, las miradas estuvieron centradas en el Cabildo de Buenos Aires, desde allí se tomaban las iniciativas, se informaba a los cabildos del interior y se solicitaban contribuciones económicas. Santiago del Estero aun no existía como provincia, pero la madre de ciudades tenía su fuerza en la vida interna del Virreinato, siendo una importante proveedora de cereales y hortalizas, además de tener una fuerte actividad de cría de animales.
A comienzos del año 1810 la provincia atravesaba conflictos internos destinados a crear hondos abismos políticos. Amparado en el fuero militar Juan Francisco Borges, precursor de nuestra emancipación, había negado obediencia al cabildo, que estaba dominado por un núcleo de familias patricias que se alternaban en el poder.
Aquella conducta de Borges provocó reacciones, no obstante al conocer los sucesos de Mayo se tornará un patriota ferviente y un hombre comprometido con la causa…los acontecimientos iban a seguir su marcha inexorable…
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Fidelidad a la revolución: Tierra adentro
La gesta patriótica había hecho perder de vista que el domingo se consideraba día de descanso, no había tregua, primaba hacer llegar los aires de libertad a todos los rincones del antiguo virreinato. Aquél domingo 27 de mayo de 1810, los integrantes de la Primera Junta de Buenos Aires expidieron a todos los cabildos que lo integraban, una circular, con el fin de informar lo sucedido e invitarlos a enviar diputados para sumarse al nuevo Gobierno.
La idea de un cambio político ya estaba instaurada en el interior del virreinato, así lo demostró el gobernador de la intendencia de Salta del Tucumán, Nicolás Severo de Isasmendi, al no reprimir a un grupo de abogados que públicamente había cuestionado los derechos del Rey sobre sus dominios.
Santiago del Estero, que por ese entonces integraba la gobernación mencionada, también atravesaba conflictos políticos internos, por los privilegios que gozaban la clase dirigente, con estos gérmenes de transformación instaurados, llegó al cabildo un domingo 10 de junio de aquél año, el oficio; y aun cuando el reconocimiento a la Junta Criolla creada en Buenos Aires y el apoyo al movimiento revolucionario se dilató en el territorio de nuestra actual provincia, luego de varios días de desconciertos y dudas producidas por las noticias, un tanto contradictorias, que seguían llegando a estas tierras calientes; el Cabildo Santiagueño resolvió finalmente el 29 de junio jurar a la Junta de Buenas Aires.
Si bien la finalidad de la circular era la búsqueda de adeptos para sostener el nuevo gobierno, la misma dio lugar a importantes cambios en todos los sectores, dichas transformaciones abarcaban a los sectores oprimidos como la servidumbre, esclavos y los pueblos originarios.
Se abría una nueva concepción de sociedad, que fue construyéndose en oposición al yugo colonial español. Se inició así un duro camino, pero no imposible por cumplir los deseos de aquellos hombres y mujeres que habían gestado la revolución como Belgrano, Moreno, Castelli, Juana Moro, María Remedios del Valle, Mariquita Thompson, Manuela Pedraza…
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Agradecemos al Sr. Juan Viana, director del Archivo General de la Pronvicia por la gentileza de compartir con la comunidad UNSE las imágenes de las actas originales donde se expresa todos los hechos ocurridos en 1810.